En la actualidad, el conocimiento sobre el modo de vida de la población que habitó en la isla de Tenerife, en general, y en el Valle de la Orotava, en particular, antes de que se produjera la Conquista en el siglo XV, se ha adquirido con el estudio de la información generada por dos tipos de fuentes: los textos históricos y la arqueología.
Este conocimiento está, sin embargo, incompleto: tanto los datos obtenidos de los textos escritos como los generados por el estudio de los materiales recuperados en los yacimientos arqueológicos se encuentran limitados. En el primer caso porque la información es muy diversa y con frecuencia contradictoria; en el segundo caso, porque son pocos los yacimientos excavados sistemáticamente; porque la mayoría de los estudios arqueológicos se han realizado sobre materiales descontextualizados y porque muchos se han recuperado de yacimientos que ya habían sido expoliados.
A partir de finales del siglo XVI se suceden un conjunto de obras historiográficas que agrupan e interpretan, en la mayoría de los casos, los datos recopilados por los autores anteriores (cronistas franceses y portugueses del siglo XV) sobre el aspecto físico, la economía, la sociedad, etc., de los antiguos habitantes de las Islas Canarias en general. Según se recoge en estas obras, el Valle de la Orotava, el cual comprende en la actualidad los municipios de La Orotava, el Puerto de la Cruz y Los Realejos, habría formado parte del menceyato de Taoro, uno de los nueve bandos o demarcaciones en las que se habría dividido la isla de Tenerife. Este menceyato se habría extendido, según Espinosa, desde Centejo hasta la Rambla y habría estado gobernado por los menceyes Betzenuhya, entre 1442 y 1464, por Bencomo, entre 1468 y 1496 y por Ventor, entre 1495 y 1496, según Alvarez Delgado. Coinciden algunos autores como Torriani y Espinosa en afirmar que este menceyato fue el más importante de todos por el gran número de hombres de guerra (6.000) de que disponía.
No será hasta el siglo XIX cuando diversos estudiosos de las Islas Canarias introduzcan en sus obras diferentes aspectos sobre la población antigua. Hay que destacar que en esos momentos se recuperaron numerosos vestigios materiales pertenecientes a los guaches, principalmente restos óseos humanos, se introdujeron nuevas corrientes ideológicas y se aplicaron novedosas metodologías principalmente en lo que se refiere a la Antropología Física, concretamente a la craneometría.En efecto, hacia el último tercio del siglo XIX la investigación sobre los antiguos habitantes de las Islas Canarias, en general, y de la isla de Tenerife, en particular, se centró en el conocimiento antropológico por medio de planteamientos y métodos introducidos por los investigadores franceses, principalmente, de la época. Junto a estos trabajos las noticias sobre el descubrimiento de restos humanos se suceden con frecuencia. Así, nos encontramos con las notas de José Agustín Alvarez Rixo, el cual redactó un documento titulado “Apuntes sobre restos de los guanches encontrados en el siglo actual” en el que narra como se halló, en 1879 (...) una cueva de guanches con más de trescientas calaveras y hosamentas (...), en la ladera de Martiánez (Puerto de la Cruz); (...) la cueva estaba tapiada con piedras y apenas alguna rendija por donde entraban a dormir y a hacer sus nidos algunas aves marinas (...); en el año 1857, también en el municipio del Puerto de la Cruz se descubrió una gruta (...) que había servido de morada de guanches, por hallarse en ella algunos gánigos (...) y en 1817, llevando a cabo obras en la entrada de una gruta volcánica se descubrieron varias cuentecitas de barro (...) una lancetita de piedra tabona, obsidiana, aunque con la punta rota y también algunos restos óseos pero en mal estado de conservación. En 1865, en el Barranco de Godines, en el municipio de Los Realejos, describe el descubrimiento de algunos restos óseos humanos y en el Bollullo, en el municipio de La Orotava, recoge el descubrimiento de varias cuevas que contenían abundantes materiales antropológicos .
Texto: Extracto de Proyecto de Investigación. Propiedad de los autores.
Más información vía e-mail (tolfalas@gmail.com)
A partir de finales del siglo XVI se suceden un conjunto de obras historiográficas que agrupan e interpretan, en la mayoría de los casos, los datos recopilados por los autores anteriores (cronistas franceses y portugueses del siglo XV) sobre el aspecto físico, la economía, la sociedad, etc., de los antiguos habitantes de las Islas Canarias en general.
No será hasta el siglo XIX cuando diversos estudiosos de las Islas Canarias introduzcan en sus obras diferentes aspectos sobre la población antigua. Hay que destacar que en esos momentos se recuperaron numerosos vestigios materiales pertenecientes a los guaches, principalmente restos óseos humanos, se introdujeron nuevas corrientes ideológicas y se aplicaron novedosas metodologías principalmente en lo que se refiere a la Antropología Física, concretamente a la craneometría.En efecto, hacia el último tercio del siglo XIX la investigación sobre los antiguos habitantes de las Islas Canarias, en general, y de la isla de Tenerife, en particular, se centró en el conocimiento antropológico por medio de planteamientos y métodos introducidos por los investigadores franceses, principalmente, de la época. Junto a estos trabajos las noticias sobre el descubrimiento de restos humanos se suceden con frecuencia. Así, nos encontramos con las notas de José Agustín Alvarez Rixo, el cual redactó un documento titulado “Apuntes sobre restos de los guanches encontrados en el siglo actual” en el que narra como se halló, en 1879 (...) una cueva de guanches con más de trescientas calaveras y hosamentas (...), en la ladera de Martiánez (Puerto de la Cruz); (...) la cueva estaba tapiada con piedras y apenas alguna rendija por donde entraban a dormir y a hacer sus nidos algunas aves marinas (...); en el año 1857, también en el municipio del Puerto de la Cruz se descubrió una gruta (...) que había servido de morada de guanches, por hallarse en ella algunos gánigos (...) y en 1817, llevando a cabo obras en la entrada de una gruta volcánica se descubrieron varias cuentecitas de barro (...) una lancetita de piedra tabona, obsidiana, aunque con la punta rota y también algunos restos óseos pero en mal estado de conservación. En 1865, en el Barranco de Godines, en el municipio de Los Realejos, describe el descubrimiento de algunos restos óseos humanos y en el Bollullo, en el municipio de La Orotava, recoge el descubrimiento de varias cuevas que contenían abundantes materiales antropológicos .
Texto: Extracto de Proyecto de Investigación. Propiedad de los autores.
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