Los minutos que transcurren por las noches son como pequeños y sutiles pasos de baile que se van adentrando en el día siguiente. Los minutos que avanzan bajo el manto estrellado de la Bahía, dejan tras de sí instantes muertos de las horas pasadas. Momentos que dejé y que ahora se acumulan en mi cabeza, como dibujos perfilados en papel de color sepia, agrietado y olvidado en el arcón, junto al resto de tus cosas.
Esas noches, cuando pienso en tí, apareces como uno de esos paisajes de los mapas antiguos de Rivendell, en los que ríos y bosques parecen desintegrarse. Pero tu recuerdo es cálido, como los colores de La Comarca en verano.
Algunas noches, la brisa agita las hojas de los Ents y llega hasta mis oídos el rumor de tu voz y la sensación de tu pelo acariciando mi cara... Pero el silencio llega y todo se repite:
- Lo siento-me dijiste mientras volvías a ponerte la capa.
-Ya te echo de menos-te dije mientras subías a tu caballo.
Entonces, partiste hacia Pelennor.
Imagen: John William Waterhouse, Boreas (1902)
Relato publicado en la Web de El Poney Pisador.
Esas noches, cuando pienso en tí, apareces como uno de esos paisajes de los mapas antiguos de Rivendell, en los que ríos y bosques parecen desintegrarse. Pero tu recuerdo es cálido, como los colores de La Comarca en verano.
Algunas noches, la brisa agita las hojas de los Ents y llega hasta mis oídos el rumor de tu voz y la sensación de tu pelo acariciando mi cara... Pero el silencio llega y todo se repite:
- Lo siento-me dijiste mientras volvías a ponerte la capa.
-Ya te echo de menos-te dije mientras subías a tu caballo.
Entonces, partiste hacia Pelennor.
© Elena Pérez
Imagen: John William Waterhouse, Boreas (1902)
Relato publicado en la Web de El Poney Pisador.
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