Doctora en Prehistoria y Arqueología por la Universidad de Santiago, Matilde González Méndez ha participado en diferentes proyectos de impacto arqueológico y de revalorización del patrimonio en Galicia.
-¿Qué época de las que ha investigado presenta mayores lagunas en Galicia?
-Evidentemente, las más antiguas. Conocemos bastante de la época castreña, entre otros motivos porque parte de sus restos se perciben en el paisaje aun sin excavarlos, y los mismos vecinos de la zona los conocen perfectamente y por lo tanto son los que se han venido estudiando desde más antiguo. No ocurre lo mismo con los vestigios del neolítico o del paleolítico, que no son visibles en el paisaje. En Galicia tenemos 5.000 castros y unos 10.000 yacimientos catalogados, pero queda todavía mucho por estudiar e investigar.
-¿Cuáles son las joyas del patrimonio arqueológico gallego?
-El megalitismo tiene muchas joyas, como mámoas con pinturas o grabados en su interior; son los primeros monumentos que se hicieron para que se vieran y perduraran en el tiempo. Pero también destacaría los petroglifos, muy específicos de Galicia y cuyos mensajes grabados son también monumentos que después de 3.000 años siguen desafiando el paso del tiempo y nuestra capacidad para comprender a sus autores. También los restos más cotidianos de las personas que hicieron tales monumentos.
-¿Y el patrimonio que corre un mayor peligro?
-Sin duda, los elementos más antiguos, más desconocidos y que pueden estar sin catalogar. Por ese desconocimiento puede darse el caso de que al construir una carretera o edificar una casa no se vean y desaparezca para siempre una parte de los mismos. Así como los castros se aprecian con facilidad, no ocurre lo mismo con yacimientos más antiguos que correspondían a comunidades más pequeñas cuyas construcciones y restos son más exiguos y menos evidentes.
-Apuesta usted por presentar los vestigios como un atractivo turístico. ¿Hay realmente un nuevo tipo de turista vinculado a los hallazgos arqueológicos?
-Creo que sí, y mucho más en Galicia, donde no podemos competir con el turismo de sol y playa. Nuestro patrimonio arqueológico tiene un gran potencial turístico. El turismo cultural tiene un buen maridaje con la arqueología y con el medio rural. No todo el medio rural puede y debe ser explotado turísticamente, pero en Europa hay ejemplos de que determinados yacimientos arqueológicos generan una actividad turística que supone un importante complemento económico para la zona. Como ha sucedido también en España con Atapuerca, que ha generado a su alrededor distintos negocios, entre ellos restaurantes y hoteles.
Ver entrevista completa en laopinioncoruña.es
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