La génesis del problema
En el libro V de su enciclopédica Historia Natural Plinio establecía los límites del dominio y la ocupación romanos en Mauretania Tingitana en la población de Sala (en el paralelo 34), ya en la misma frontera del desierto y en la vecindad de la peligrosa tribu de los Autololes. Las noticias acerca de la costa que se extendía al sur de esa posición, incluidas las referidas a las islas, no ofrecían garantía alguna al erudito autor latino, pues entendía que se fundaban más en tradiciones legendarias que en datos reales. Las notas sobre las islas Górgades, Hespérides o Afortunadas que recoge en el libro VI (201-202) las presenta en consecuencia con el mayor de los escepticismos.
Pero contra la autoridad de Plinio, sin embargo, los primeros cronistas e historiadores de Canarias estuvieron de acuerdo en diseñar un pasado muy clásico para las islas atlánticas africanas. En los textos literarios de la Antigüedad creyeron reconocer alusiones o referencias explícitas a estas islas, especialmente en aquéllos en que se mencionaban los Campos Elisios, las Islas de los Bienaventurados, las Islas Afortunadas, las Hespérides o las Islas Górgades. Comenzaba así una larga labor de exégesis erudita y anticuaria, que se prolongaría hasta el siglo XVIII, cuyo fin principal era tratar de determinar qué archipiélago (Canarias, Madeira, Azores o Cabo Verde) se ajustaba mejor a las descripciones que proporcionaba la tradición literaria.
Una lectura literal de las fuentes, sin fundamentos analíticos ni críticos definidos, y una libertad discursiva aún no sometida a método (tal era entonces la práctica habitual), llevó a aquellos intelectuales a recrear un pasado para las islas vinculado directamente a la Antigüedad grecolatina. No hay que olvidar, sin embargo, que esta interpretación histórica convenía a los poderes coloniales, que necesitaban justificar sus derechos de conquista, dominio y explotación sobre los archipiélagos atlánticos.
En el libro V de su enciclopédica Historia Natural Plinio establecía los límites del dominio y la ocupación romanos en Mauretania Tingitana en la población de Sala (en el paralelo 34), ya en la misma frontera del desierto y en la vecindad de la peligrosa tribu de los Autololes. Las noticias acerca de la costa que se extendía al sur de esa posición, incluidas las referidas a las islas, no ofrecían garantía alguna al erudito autor latino, pues entendía que se fundaban más en tradiciones legendarias que en datos reales. Las notas sobre las islas Górgades, Hespérides o Afortunadas que recoge en el libro VI (201-202) las presenta en consecuencia con el mayor de los escepticismos.
Pero contra la autoridad de Plinio, sin embargo, los primeros cronistas e historiadores de Canarias estuvieron de acuerdo en diseñar un pasado muy clásico para las islas atlánticas africanas. En los textos literarios de la Antigüedad creyeron reconocer alusiones o referencias explícitas a estas islas, especialmente en aquéllos en que se mencionaban los Campos Elisios, las Islas de los Bienaventurados, las Islas Afortunadas, las Hespérides o las Islas Górgades. Comenzaba así una larga labor de exégesis erudita y anticuaria, que se prolongaría hasta el siglo XVIII, cuyo fin principal era tratar de determinar qué archipiélago (Canarias, Madeira, Azores o Cabo Verde) se ajustaba mejor a las descripciones que proporcionaba la tradición literaria.
Una lectura literal de las fuentes, sin fundamentos analíticos ni críticos definidos, y una libertad discursiva aún no sometida a método (tal era entonces la práctica habitual), llevó a aquellos intelectuales a recrear un pasado para las islas vinculado directamente a la Antigüedad grecolatina. No hay que olvidar, sin embargo, que esta interpretación histórica convenía a los poderes coloniales, que necesitaban justificar sus derechos de conquista, dominio y explotación sobre los archipiélagos atlánticos.
JOSÉ A. DELGADO DELGADO. Profesor de Historia Antigua de La Universidad de La Laguna
Artículo completo en: laopinión.es
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