La piedra Zanata hoy
En el verano de 1992 (¡sí, el mismo de la Exposición Universal en Sevilla¡) se hacía en Tenerife un supuesto descubrimiento fundamental para su historia: la Piedra Zanata. Se convocó de modo urgente a los periodistas, quienes vieron cómo una piedra con forma de pez y unas leves inscripciones era escoltada por personal de seguridad. Normal, aquella piedra se presentaba como la prueba definitiva de que los habitantes prehistóricos de la Isla eran bereberes. La pieza aparecía como la piedra angular que daba fe de nuestra africanidad. Ya podíamos dormir tranquilos. Sin duda, conocer el origen de cada pueblo y cada cultura resulta de sumo interés cultural e histórico. Es así sea cual sea ese origen, pero por alguna razón, la que de la noche a la mañana se convirtió en famosa Piedra Zanata, nos hacía africanos de un modo definitivo. Portadas de periódicos, la televisión y las emisoras de radio recogían la noticia del descubrimiento dado que el modo de presentar el objeto, con toda la parafernalia, seguridad y emoción que los políticos pudieron concitar, no podía dejar lugar a las dudas. Corrieron ríos de tinta. Éramos bereberes (...). Dos años más tarde de la presentación por todo lo alto del símbolo de nuestra africanidad, la Dirección General de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias abría un expediente informativo al objeto de aclarar cuál era el origen y la autenticidad de la Piedra Zanata. Después, una cortina de tiempo y olvido la envolvió. Lo que fue un símbolo de nuestra africanidad pareció convertirse en alegoría de cómo algunos eran capaces de manejar a su antojo la Historia sin pruebas suficientes que refutaran tesis alguna.
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