21 de diciembre de 2006

Museo, Identidad, Turismo...


A nadie escapa la importancia que para la sociedad actual tiene la labor que realizan los museos como centros de educación y entretenimiento, junto con las tradicionales funciones de conservación, investigación y difusión

Esta apreciación, -sin duda en alza en la misma proporción que se incrementa el nivel cultural de la población y la disponibilidad de tiempo libre-, se debe a la dimensión social que en los últimos años ha adquirido el Patrimonio: Su verdadero valor no está en su mera existencia, sino en el acceso y el disfrute al mismo tiempo por parte del público (López de Aguileta, 2000: 92).

Los museos de hoy en día, grandes y pequeños, se presentan como centros que ofrecen múltiples actividades en respuesta a las demandas surgidas en torno al llamado turismo cultural y al auge de las comunicaciones y las nuevas tecnologías (Alvarez Alvarez, 2001: 47); con fuertes implicaciones en el ámbito económico.

En general, la gestión patrimonial desarrollada hasta el momento se ha caracterizado, por un lado, por el exceso de mercantilización en torno a los bienes culturales y naturales, lo que ha favorecido su degradación; por otro lado, el exceso de fervor conservacionista ha impedido el desarrollo social y económico de muchos pueblos. Lo deseable sería, pues, que los museos, al igual que todos los agentes implicados en la gestión del Patrimonio Cultural, se esforzaran por encontrar un equilibrio entre el desarrollo socioeconómico de una comunidad y la conservación de sus elementos identificadores.

Desde los organismos internacionales se insiste en la responsabilidad que tienen los gobiernos en la conservación de su patrimonio, facilitando las herramientas necesarias para que todos los ciudadanos adquieran el compromiso de valorarlo y protegerlo (Ballart, 2001: 157). Motivo por el cual los museos desempeñan una labor fundamental, pues cada vez más promueven la participación de las comunidades locales en sus proyectos de conservación y difusión, comunicando y educando sobre una visión global del Patrimonio en todos los sectores de la sociedad.

Para los profesionales de los museos no es fácil encarar todos estos objetivos en un mismo proyecto museológico. La dimensión social del patrimonio a través del museo es una labor compleja en la medida en que no existen fórmulas magistrales aplicables, porque en la práctica no hay una población igual a la otra, como tampoco museos idénticos entre sí.

Con frecuencia, se oye hablar en diversos foros sobre la enorme variedad de museos que existen y que, en cierto modo, este hecho ha contribuido a generar una crisis en la concepción y definición de lo que deben ser estas instituciones (Hernández, Hernández, F., 1994:82); ante esto parece imposible “(...) establecer una norma válida para los museos a escala mundial y menos teniendo en cuenta la función cambiante de éstos según las variantes sociales y culturales” (Hernández, Hernández, F., 1994:82). Entonces, quizás, podamos plantearnos que la naturaleza de un museo se encuentra en la necesidad que tiene una comunidad de poseer un mecanismo que permita hacer funcionar de un modo correcto el proceso de su propia evolución cultural.

Extracto del trabajo presentado al III Congreso Virtual de Antropología y Arqueología Naya 2002, durante el período de disfrute de una beca en el área de Investigación y Conservación del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz.

Artículo completo en Hernández, Juana y Pérez, Elena (2002): El Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz. La Identidad en movimiento.

Imagen: Cerámica guanche-Sala del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz (foto propiedad del autor)

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