El Perú es un país eminentemente arqueológico; esta característica, hace que las dificultades para conservar este legado histórico sean también difíciles y complicadas, sobre todo por la gran cantidad y calidad. A ello se suma el hecho de que somos pocos profesionales en arqueología y nuestra labor es un compromiso ético de difundir, conservar y trabajar por la valoración de nuestro rico patrimonio. Por otro lado y en términos de política estatal, la no asignación de un presupuesto dedicado especialmente a la conservación de nuestro patrimonio arqueológico y la ineficiencia de los funcionarios públicos que tienen las decisiones políticas, ayudan a que aún no se comprenda que para lograr el desarrollo moderno de una sociedad se debe partir de bases sólidas, como la identidad cultural, y que la única base que puede consolidar este desarrollo, es el patrimonio cultural.
El gran problema de la defensa y conservación del patrimonio cultural en el Perú es la falta de presupuesto. No se cuenta ni siquiera con lo mínimo indispensable como para iniciar un trabajo de registro y catalogación, primer paso que se debiera hacer, si se quiere emprender una seria labor de conservación, restauración y puesta en valor de los bienes arqueológicos. De estos descuidos se aprovechan los traficantes de tierras y los expoliadores para perjudicar nuestra cultura, incidiendo sobre todo en las piezas arqueológicas más codiciadas como las de oro y plata, aunque últimamente prefieren los textiles particularmente los de las culturas Paracas y Wari.
En estos últimos años, dentro de este panorama un tanto sombrío, han surgido situaciones esperanzadoras logradas por la fuerza de la necesidad, como el establecimiento de convenios internacionales con países vecinos a fin de realizar un trabajo reciproco y en conjunto, para evitar la salida y entrada de manera ilícita del patrimonio cultural de los países comprometidos. Los resultados están todavía en vías de consolidación, pero muy tímidamente van dando sus frutos. Asimismo, la nueva Ley del Patrimonio Cultural recientemente promulgada, aunque con muchos vacíos y en algunos puntos ciertos retrocesos, tiene como signo positivo el hecho de que destaca que ahora es "obligatorio" el registro y catalogación.
El gran problema de la defensa y conservación del patrimonio cultural en el Perú es la falta de presupuesto. No se cuenta ni siquiera con lo mínimo indispensable como para iniciar un trabajo de registro y catalogación, primer paso que se debiera hacer, si se quiere emprender una seria labor de conservación, restauración y puesta en valor de los bienes arqueológicos. De estos descuidos se aprovechan los traficantes de tierras y los expoliadores para perjudicar nuestra cultura, incidiendo sobre todo en las piezas arqueológicas más codiciadas como las de oro y plata, aunque últimamente prefieren los textiles particularmente los de las culturas Paracas y Wari.
En estos últimos años, dentro de este panorama un tanto sombrío, han surgido situaciones esperanzadoras logradas por la fuerza de la necesidad, como el establecimiento de convenios internacionales con países vecinos a fin de realizar un trabajo reciproco y en conjunto, para evitar la salida y entrada de manera ilícita del patrimonio cultural de los países comprometidos. Los resultados están todavía en vías de consolidación, pero muy tímidamente van dando sus frutos. Asimismo, la nueva Ley del Patrimonio Cultural recientemente promulgada, aunque con muchos vacíos y en algunos puntos ciertos retrocesos, tiene como signo positivo el hecho de que destaca que ahora es "obligatorio" el registro y catalogación.
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Imágenes: Red de periodistas y divulgadores científicos del Perú
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